miércoles, 22 de enero de 2014

El día en que sucedió [09 . 09 . 14]


Yo ya sabía muy bien que este momento llegaría…que uno de todos los días consecuentes a la despedida tenía que ser ese en el que ya no te extrañaría…ya no te añoraría y tal vez ya no te querría….
Pero empezó a volverse difícil y entonces la duda pudo mas….la incertidumbre sugería que eso no iba a pasar y yo sufriría eternamente por apenas un “te quiero”
Y tan sencillo como la lluvia de hoy después de haber sido una mañana soleada sucedió…no se bien el día, no se bien la hora…y no creo que haya una razón especifica ademas de lo obvio.
Solo sé que hoy quise suspirarte y ya no encontré uno de esos para ti…sé que no dejé de quererte, a un mejor amigo no se le deja de querer jamás…un amante en cambio se guarda, se deja de pensar y; por ende, se deja de querer. Las largas pláticas, la complicidad y las risas resultan mas esenciales que los besos, la fidelidad y las caricias.
Sé también que seguiré teniendo miedo de verte y resulte que esto no era cierto…y sin embargo al menos por el momento no siento ganas de hacerlo, estas muy bien en tu allá muy lejos de mi aquí.
La curiosidad de tu perspectiva aun revolotea un poco, lo suficiente como para preguntarle a la luna, pero solo cuando está llena, solo cuando se ve amarilla y solo cuando casi toca el suelo.
La costumbre incluso en los extrañamientos es difícil de combatir pero ya ves…aquí “difícil” no es sinónimo de “imposible”.
Y si, ésta es una carta de disculpa…para los dos…por el largo tiempo que me llevo asumir el final

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