Ahora iba otra vez colina arriba, perdiendo velocidad. Algo se perdía con ella -oh, bien podía llamarlo deseo, ¿no? Todos los recuerdos y los pensamientos estaban alcanzándolo-. Hola, Bill, vaya, te perdimos de vista por un rato, pero aquí estamos; reuniéndose con él, trepándole por la camisa para saltarle al oído, precipitándose al interior de su cerebro como chiquillos por un tobogán.
Sintió que se acomodaban en sus sitios habituales, empujándose mutuamente con suscuerpos febriles. ¡Vaya! ¡Qué bien! ¡Ya estamos otra vez en la cabeza de Bill!¡Pensemos en George! Bueno, ¿quién empieza?
"Piensas demasiado, Bill."
No, ése no era el problema. El problema era que imaginaba
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