Así que te vas y hay un impulso de mirar atrás, de mirar atrás sólo una vez
mientras se extingue el crepúsculo para ver ese severo horizonte
por última vez. Pero tal vez no sea buena idea mirar atrás, así lo dicen todas las
leyendas. Recuerda a la mujer de Lot. Es mejor no mirar atrás. Es mejor creer que
habrá finales felices en todas partes. Y bien puede ser así.
¿Quién puede decir que no existen los finales felices?
No todos los barcos que se pierden en la
oscuridad desaparecen para siempre; si algo enseña la vida, al fin de cuentas, es
que, a fuerza de abundar los finales felices, es preciso poner en duda la
racionalidad de quien no cree que la magia o porque no el amor exista.
mientras se extingue el crepúsculo para ver ese severo horizonte
por última vez. Pero tal vez no sea buena idea mirar atrás, así lo dicen todas las
leyendas. Recuerda a la mujer de Lot. Es mejor no mirar atrás. Es mejor creer que
habrá finales felices en todas partes. Y bien puede ser así.
¿Quién puede decir que no existen los finales felices?
No todos los barcos que se pierden en la
oscuridad desaparecen para siempre; si algo enseña la vida, al fin de cuentas, es
que, a fuerza de abundar los finales felices, es preciso poner en duda la
racionalidad de quien no cree que la magia o porque no el amor exista.
Te vas rápidamente cuando el sol empieza a descender, piensa en este sueño.
Eso es lo que haces. Y si te permites un último pensamiento, tal vez piensas en
fantasmas...
Eso es lo que haces. Y si te permites un último pensamiento, tal vez piensas en
fantasmas...
Por eso: aléjate pronto, aléjate pronto, mientras la última luz se escurre, pon
distancia entre tú y los recuerdos, pero no entre tú y el deseo.
Eso queda: el reluciente camafeo de todo lo que fuimos y creímos.
distancia entre tú y los recuerdos, pero no entre tú y el deseo.
Eso queda: el reluciente camafeo de todo lo que fuimos y creímos.